Planteando el reto de
proponer avances para una sociedad con igualdad de derechos, parece ser que
existe cierta invisibilidad para algunos sectores. La palabra accesibilidad
abarca un abanico tan amplio que estamos convencidos que es imposible
satisfacer a todos por igual, así como es lógico que se adopten medidas más
amplias para determinados problemas que requieran un mayor volumen de afectados
o de quejas.
Quizá la población
obesa se ha conformado, o quizá no. Lo que está claro es que, a pesar de que existe
un aumento creciente de personas con esta afección –o que van encaminadas a
ello- no son necesarias las medidas adoptadas por los locales o los transportes
para un determinado colectivo que está ahí en la más rotunda invisibilidad.
Prueba de ello es el
conocido dilema sobre las políticas de las compañías aéreas en base a personas
con sobrepeso. Hay una seria discordancia entre la necesidad de los pasajeros y
la falta de seriedad de las compañías para ofrecer asientos adecuados a su tamaño. Así lo analizan Jennie Small, de la
Universidad de Technología de Sydney y Candice Harris, de la Universidad AUT de
Nueva Zelanda, en un informe publicado en Septiembre de 2009. Según el estudio,
las personas con obesidad reflejaron vergüenza, miedo e incomodidad (física y
psicológica) cuando tuvieron que sentarse en asientos no adaptados. Pero
viéndolo con filtros diferentes, y aquí
está la otra cara del asunto, es que los pasajeros no obesos demostraron rabia
e incomodidad porque una persona invadía su espacio personal.
Por tanto,
independientemente de las políticas agresivas con respecto al precio por doble
asiento que todos conocemos, estamos ante una incomodidad bidireccional. Nos
obliga a pensar en los prejuicios y en la falta de comprensión de las personas
con índice corporal normal, pero también que la obesidad en este caso no sólo
afecta a personas con dicha condición. Supone un motivo más para rechazar a los
obesos del turismo accesible para todos, pero también que la sociedad los
señale con más desaprobación.
El turismo se ve
perjudicado, sí, pero también el orgullo y la percepción tanto de quienes se
ven obligados a ocupar dos asientos como de los que miran con recelo como estos
invaden el suyo.
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